La lectura de este libro produce, al mismo tiempo, una sensación de tristeza y asombro. Tristeza al contemplar la falta de líneas directrices y de medios que han caracterizado la Política Naval española durante estos años de 1895 a 1936. Asombro, porque se puede observar de su lectura, la capacidad de reacción del pueblo español, pues apenas terminada la Guerra de Cuba, Sánchez de Toca presentaba un programa naval muy discreto que, como es lógico, no se pudo llevar a cabo dadas las circunstancias nacionales, pero que a los diez años justos Maura y Ferrandiz pudieron poner de nuevo en práctica, estableciendo los cimientos de la nueva Marina que la Primera Guerra Mundial había de frenar en su desarrollo, pero que la voluntad del almirante Miranda y sus seguidores deberían lograr que poco a poco, pero demostrando una gran constancia y fe en el porvenir naval, se construyeran una serie de unidades hasta conseguir que el año 1936, la Marina de Guerra Española ocupase el quinto o sexto lugar entre las Marinas mundiales de la época.